Mi
perro se llama Anacleto. A mí no me
gustan los perros y yo no le gusto a él.
Por
la mañana, antes de trabajar, lo saco de paseo para que haga sus necesidades.
Pero él se aguanta las ganas y cuando de regreso entra en casa, orina sobre el ficus benjamina del salón que
cuido con tanto mimo.
Los
domingos, si hace buen tiempo, llevo a Anacleto a pasear por la playa. Dicen que
llevando un perro se liga mucho, pero el chucho aprovecha para hacer sus cacas
cuando no le veo y después la gente me mira mal por no haberlas recogido. El domingo pasado me insultaron y creo que el
perro se reía por debajo de sus bigotes de mosquetero.
Hoy
llovizna y hace frío. La gente se queda en su casa tan ricamente pero él me
acosa hasta que lo saco a pasear y no quiere volver hasta que me ve temblar muerto de frio.
Es
cierto que sin mi perro, mi vida no sería igual.
0 Comentarios
Agradeceré tus comentarios aquí