Sobre el blog

Historias alegres que parecen tristes, historias rancias en busca de unas gotas de modernidad, relatos ingenuos pero cargados de mala intención

LA CASA DEL MOLINO

 


LA CASA DEL MOLINO



                                                        

Filemón nació defectuoso, aunque el problema ya venía de fábrica. La madre, Purificación,  era una mujeruca simple, un poco gibosa y con una mala salud que la condenaba a estar siempre enferma, si no era del estómago era de la cabeza o la espalda. El caso era tener alguna queja que llevarse a la boca.

Un viernes, cuando aún no había cumplido los dieciocho años, don Federico, el boticario que con una exactitud digna de aplauso siempre se emborrachaba los viernes por la tarde, apostó  con los colegas de parranda, no se sabe el origen ni el motivo de apuesta tan desdichada, que seduciría a Pura, que era como en el pueblo llamaban a Purificación , aquella misma noche y en un banco de la iglesia. El sacristán, que era uno de los juerguistas, se ofreció a abrir la puerta de la sacristía y don Fede –en aquel pueblo a todos les ponían diminutivos- la engañó cuando regresaba a casa desde el puesto de periódicos propiedad del alcalde, donde trabajaba por cuatro perras mal pagadas . Con unas palabras melosas dichas al oído y un par de tragos de vino dulce convenció a la Pura, que no estaba acostumbrada y con razón a que nadie la apelase cariñosamente y esta se abrió de piernas y en la tercera bancada de la nave parroquial cometieron el indigno sacrilegio.

A los cuatro meses la Pura se presentó en la botica y le dijo a don Fede:

-    -      Estoy preñada.

Don Fede quiso echarla de la farmacia, pero Pura que estaba bien aleccionada por la madre, que era una medio bruja que competía con el boticario en la venta de ungüentos para sanar a los enfermos, aunque todo hay que decirlo ninguno de los dos tenía demasiado éxito en su empeño, le amenazó con montar un escándalo y con ir a contárselo a su mujer, doña Escolástica y que pensaba aprovechar el momento en que estuviera con sus amigas de murmuratorio en la novena de San Pancracio, santo muy querido en aquella población.

-  -    ¿Y qué esperas de mí? - le dijo don Fede, desarmado y mirando temerosamente para la puerta con miedo de que entrase algún conocido, o peor aún, alguna conocida de su mujer.

-    -  Quiero que ponga a mi nombre el puesto de periódicos, y así tener dinero para criar a Federico.

-   -    ¿Federico?

-   -    Lo voy a llamar así – dijo ella muy segura.

-  -    Eso sí que no, sería un escándalo – le dijo mientras pensaba que si llegaba a oídos de su mujer, le partiría la crisma con la escoba.

El alcalde le debía algunos favores a don Fede y tampoco el negocio de la venta de periódicos le importaba mucho. Así que por un precio razonable lo traspasó a nombre de Pura y cuando nació la criatura, que fue un niño, la madre le puso de nombre Filemón, porque era muy aficionada a leer las aventuras de Mortadelo y Filemón. Quiso ponerle Mortadelo, pero el cura se negó a bautizarlo con un nombre que no era cristiano, pero si aceptó Filemón, que fue el jefe de la iglesia de Colosas en tiempos de San Pablo y aparece en los libros sagrados.

El caso es que Filemón nació giboso como la madre, narigudo como el padre y en la pubertad desarrolló una impotencia sexual que le condenó a no conocer mujer.

Heredó el puesto de periódicos, chucherías, venta de condones y cigarrillos de su madre y a los dieciséis años dejó la escuela para nunca más volver. No le gustaba estudiar ni que los otros alumnos le acariciasen la giba para embromarle.

-II-

Inmaculada era hija de puta y nieta de puta. Su familia materna había regentado el burdel del pueblo desde su apertura. Primero su abuela, que era una mujer alta, morena y pechugona dio placer a los hombres del pueblo durante muchos años, hasta que murió a los cincuenta años víctima de una pulmonía por salir desnuda el día de Año Viejo a bailar a la plaza Mayor. Los hombres del pueblo y aún las mujeres, que le estaban agradecidas por aliviarles una de las más pesadas cargas del matrimonio, la lloraron con sinceridad. Un alma bondadosa y anónima le pagó 10 misas al señor cura a favor del alma de la finada.

Concepción, la madre de Inmaculada, heredó el negocio y pronto hizo que los hombres del pueblo olvidaran a su madre y solo tuvieran ojos para los espléndidos muslos, el prieto trasero y los firmes pechos de la hija.  Era rubia y de ojos azules. Los parroquianos del burdel, comentaban en voz baja que tenía los mismos ojos y el mismo color de pelo que el señor alcalde, aunque a este ya le iba escaseando.

Inmaculada, a la que pronto empezaron a llamar Inma, cuando reñía en el colegio y le pegaba algún pescozón a un compañero, porque tenía la mano muy larga, este se vengaba con insultos:

-   -   Hija de puta.

Ella le contestaba riendo:

-   -   Hija de puta, nieta de puta y pronto yo misma voy a ser puta. Y tu padre vendrá a pagarme por acostarse conmigo.

Como era verdad y nadie lo podía rebatir, todos se callaban y preferían hacer las paces con ella, que sabía pegar buenos puñetazos y patadas en los huevos y además siempre tenía dinero y era generosa para comprar chucherías y repartirlas entre los que consideraba amigos suyos.

Inmaculada, era pelirroja, de ojos glaucos y una lengua viperina que hacía retroceder incluso a las personas mayores que le llamaban la atención por alguna travesura.

Estuvo en la escuela hasta los dieciséis años y después empezó a trabajar en el burdel. Cuando tenía veinte años, un día al levantarse, su madre le dijo que tenía que ir a la Notaría:

-   -   ¿A la notaría?¿A qué?

-  -  Voy a poner el negocio a tu nombre. Yo me marcho con don Pepe, el del almacén de coloniales. Vamos a vivir al sur.

-   -   Pero ¿estás loca? Si ni siquiera es capaz de cumplir como un hombre.

-   -   Razón de más. Así no me dará la lata. Y es educado y buena persona.

-   -   Sí, eso es verdad.

-  -  Él le deja al almacén a su hija y yo te dejo el burdel a ti. Los ahorros nos los llevamos.

-    -   ¿Y cuándo te vas?.

-    -   Después de comer.

Así fue. Y nunca más volvieron por el pueblo. Eso sí, llamaban a sus hijas por Navidad.

-III-

Filemón, al que nadie se había molestado en poner un diminutivo e Inmaculada, a la que con el tiempo empezaron a llamar Enculada por motivos obvios, se encontraron muy jóvenes siendo los dueños de un negocio. Habían sido compañeros de clase y a Filemón le gustaba que ella nunca le pasara la mano por la joroba. A Inma le caía bien Filemón, porque era educado, servicial y amigo de hacer favores. Ella compraba el periódico cuando se levantaba de la cama a eso del mediodía, él se lo reservaba siempre para que no se quedase sin leerlo y se saludaban con afecto de viejos amigos.

Un día, cuando Filemón cumplió veinticinco años varios clientes, para gastarle una broma, que en el pueblo todo el mundo sabía que era impotente, le hicieron beber unas copas y lo llevaron al burdel.

Y allí quisieron acostarlo con la más triste y fea de las putas. Pero Inma, que no quería que se rieran del pobre Filemón, dijo que se acostaría en su cama y que además no le iba a cobrar porque eran amigos de la escuela y era su regalo de cumpleaños. Varios protestaron diciendo que ellos también eran compañeros de escuela de Inma y que por su cumpleaños tendría que darles el mismo beneficio.

-   -    Esto solo se lo doy a Filemón – zanjó ella.

Lo acostó en su cama y parte por pena, parte por simpatía y además porque estaba cansada y hacía tres meses que no le venía la regla y se sentía hinchada y melancólica, se desnudó y se acostó con él. Filemón, como es natural no pudo cumplir como un varón por su impotencia, pero la trató con una ternura como nadie lo había hecho hasta entonces. La acarició, la besó en la mejilla y dejó que se durmiera sobre su hombro.

Por la mañana Inma se puso a llorar y le contó lo de su posible embarazo.

-   -   ¿Y quién es el padre?

-   -    No tengo ni idea – dijo ella.

-  -    Si quieres, yo adopto a la criatura, para que no nazca sin padre- dijo Filemón, temblando de que lo rechazara.

Inma no le contestó, pero aquella noche a las tres de la mañana,  Filemón oyó que picaban al timbre de su casa. Cuando abrió bastante sorprendido, se encontró con Inma, más guapa que nunca porque llevaba anunciada la alegría del embarazo en los ojos.

-   -   ¿De verdad quieres adoptarnos?.

-   -   Nada me gustaría más.

-  -   Pero sabes que no podré serte fiel, que mi trabajo es acostarme con otros – dijo ella asustada de las consecuencias de aquella frase.

-  -  Y tú, que eres la mujer más guapa que conozco, sabes que nunca podrás tenerme dentro de ti.

-  -   ¿Y qué hacemos?

-  -    Vivir. Yo no puedo darte sexo, pero puedo darte cariño.

-  -    Es lo único que necesito.

A los seis meses nació una niña a la que pusieron de nombre Esperanza. Era una preciosa niña mulata, que con el tiempo se convertiría en una de las mejores tatuadoras de la provincia.

Inma y Filemón, con el paso de los años, compraron un viejo molino que se encontraba a la salida del pueblo y que tenía unas diáfanas vistas al río. Allí se construyeron una bonita casa, soleada y protegida de los vientos, donde establecieron su hogar. Cuando Esperanza terminó la carrera y empezó a vivir por su cuenta, Inma vendió el burdel a las chicas que lo habitaban y porque muchas no habían conocido otro hogar mejor. Inma y Filemón se dedicaron al negocio de venta de periódicos, que habían agrandado con la única librería y papelería del pueblo, lo que unido a los ahorros de tantos años, les alcanzaba para vivir con holgura y disfrutar de aquella felicidad tranquila.

Cuando algún vecino pasaba por delante de la casa y veían a Filemón tomando el sol felizmente y sentían a Inma canturrear mientras preparaba la comida o hacía la colada, sentían envidia de aquella paz que flotaba en el ambiente y algunos no podían evitar decir con mala intención:

-  -     Vaya casa más guapa que tienes, Filemón. Ya te habrá costado.

Filemón sonreía, porque no tenía nada que ocultar y les decía satisfecho:

-   -   También tengo una mujer muy guapa.

Bebía un trago de la cerveza que estaba tomando y añadía socarrón:

-   -   La casa vosotros sabréis lo que costó. Entre todos la pagasteis.

 

 

 

 

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2 Comentarios

  1. Dejaron a un lado sus limitaciones físicas y sociales, se unieron y formaron un equipo ganador.:))

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  2. Simplemente hicieron oposiciones a ser felices. Gracias por tu comentario

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