Sobre el blog

Historias alegres que parecen tristes, historias rancias en busca de unas gotas de modernidad, relatos ingenuos pero cargados de mala intención

OBITUARIO FAMILIAR

 



OBITUARIO FAMILIAR



A la muerte de mis padres y mi madre con pocos meses de diferencia, sentí que se había cerrado un capítulo familiar y se abría el turno de la siguiente generación.

Mis padres eran benjamines de dos familias amplias y como les correspondía fueron los últimos hermanos en morir.

Al año siguiente, en primavera murió Paquito, hijo de la tía Teresa, de un infarto de miocardio. Era aficionado a la colombofilia y en su funeral los compañeros dieron suelta a un centenar de palomas cuyas heces hicieron estragos en el ataúd y los hombros de algunos de los asistentes. Incluso D. Florencio, el cura, fue bautizado por tan indignas deposiciones.

En otoño le tocó el turno al primo Ismael, llamado el Rojo porque era comunista. Tuvo un entierro lleno de banderas y camaradas aunque la familia más conservadora echó en falta la presencia del algún sacerdote. Era hijo de la tía Aurelia, que fue gobernanta de un Colegio Mayor de la Sección Femenina franquista y lució un hermoso bigote negro durante toda su vida adulta.

No había entrado aún el invierno cuando un inoportuno pedazo de carne que se le atragantó en la garganta acabó con la vida de la prima Isabel, la costurera hija del tío Raimundo. Gozó de un funeral muy sentido, toda la familia se dolía de tan preciada pérdida, porque es sabido que van quedando pocas modistas. Isabelita era de las más reputadas.

            La primavera y el verano supusieron una tregua en el obituario familiar, pero la llegada del otoño, como si de hojas caducas se tratara, se llevó por delante a la prima Marina, hija de la tía Soledad y a la prima Soledad, hija de la tía Marina que siempre se ganaron la vida con la venta de tabaco de contrabando. Como cada una había sido madrina de la hija de la otra, se habían intercambiado los nombres, lo que sirvió a todos para rellenar las conversaciones insustanciales propias de la espera antes y después de los funerales.

            Ya en invierno, el primo Felipe, conocido como el soplagaitas por su afición a tocar este instrumento de viento, tuvo la desgracia de viajar en un autocar que atropelló a un burro en plena carretera de montaña en la provincia de Huesca. El dueño del burro se enfadó mucho con el conductor del autobús, que a su vez se enfureció con el propietario del animal, porque iban sueltos por la carretera (el burro y el propietario). Se bajó del autocar con una llave inglesa en la mano pero se olvidó de frenar debidamente el vehículo que se deslizó suavemente por la carretera hasta caer un por un barranco, muriendo tres pasajeros a consecuencia del incidente, entre los cuales perdimos para siempre al primo Felipe. Era hijo del tío Manuel, hombre ducho en los más variados oficios que fue alternando durante toda su vida sin encontrar afición a ninguno en contraste con el primo Felipe, que por llevar la contraria a su padre había ejercido de barrendero toda su vida, amén.

            Celebramos ese año la Navidad en casa de la prima Angustias, viuda sucesiva de cuatro maridos, todos dados a la religión y la penitencia. Fue el cuarto y último un sacerdote jesuita que colgó los hábitos al conocer a la prima y que murió al atragantarse con una hostia sin consagrar de las que consumía habitualmente para desayunar. La prima Angustias, todavía afectada por este hecho, hizo abundantes libaciones durante la cena, tanto de vino tinto como de sidra achampanada y amaneció muerta en su cama, abrazada a los retratos de sus dos primeros maridos a los que había regado con un vómito espeso y agrio que apestó toda la iglesia durante el funeral, sin que ni el olor de las flores ni el del incienso fueran capaces de eliminarlo. La prima Angustias era hija de la tía Emérita, que después de parirla se fugó con un lampista de Pontevedra que todos los viernes la invitaba a comer marisco regado con albariño hasta emborracharla y al día siguiente despertaba con dolor de cabeza por el vino y dolor en las zonas bajas de su cuerpo por motivos que nunca llegó a dilucidar con claridad.

            Fue el año siguiente abundante en desgracias familiares. Murió el primo Bonifacio de unas purgaciones mal curadas, la prima Leocadia de cólico miserere y la prima Mari Flor de mal de amores, porque la pilló el marido, que era guardia civil,  en la cama con el primo Leonardo, y les descerrajó un tiro en la cabeza a cada uno que los envió a la otra vida sin tiempo a decir amén. Eran hijos respectivamente de la tía África, la tía América, el tío Amancio y el tío Donato. De este último, se decía que había tenido relaciones ilícitas con la tía Marina y también con la tía Soledad.

La prima Rosa siempre fue una adelantada para su tiempo. Empezó a fumar cuando la mayoría de los primos aún jugábamos a las canicas, empezó a beber cuando nosotros fumábamos nuestros primeros cigarrillos y la heroína fue su compañera desde los dieciséis años. A los veinticinco años ejercía de puta en un lupanar de Casablanca. Cuando murió tenía tantas infecciones que tuvieron que incinerarla antes del funeral. La prima Rosa era hija del tío Florencio, que sacó adelante a su familia con su negocio de compra-venta de bicicletas robadas.

El tío Leonardo tuvo tres hijos, Ana, Fernando y Miranda. Antes de hacer la comunión los apostó en una partida de cartas contra una Harley Davidson Fat Boy S 2016 y los perdió contra una escalera de K llevando él una escalera de J. Los tres se hicieron jugadores profesionales y murieron en un accidente de automóvil cuando se dirigían a competir en una timba clandestina.

 

            A veces me siento en el patio de la cárcel a reflexionar sobre mi vida y pienso en la suerte que tuve con mi familia y la mala suerte de que me metieran en la cárcel por diez atracos a mano armada, de los que por supuesto soy inocente.

 

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ARBOL GENEALÓGICO

Primo Paquito, hijo de la tía Teresa

Primo Ismael, hijo de la tía Aurelia

Prima Isabel, hija del tío Raimundo

Prima Marina, hija de la tía Soledad

Prima Soledad, hija de la tía Marina

Primo Felipe, hijo del tío Manuel

Prima Angustias, hija de la tía Emérita

Primo Bonifacio, hijo de la tía África

Prima Leocadia, hijo de la tía América

Prima Mari flor, hija del tío Amancio

Primo Leonardo, hijo del tío Donato

Prima Rosa era hija del tio Florencio

Primos Ana, Fernando y Miranda, hijos del tío Leonardo

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4 Comentarios

  1. Voy a reírme durante mucho tiempo con esta entrada tan brillante, jajajaja. Te costará superarla, cabronazo, jajajajajaja

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  2. Qué familia. Otra cosa no, pero muy bien de la cabeza no está ninguno. No me extraña que el protagonista haya terminado en la cárcel. Pero me parece raro que con esa familia tan loca, "sólo" haya cometido atracos a mano armada y no otros delitos aún más graves.
    Saludos cordiales.

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    1. Era un hombre prudente, Mercedes. Gracias por tus comentarios

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