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Historias alegres que parecen tristes, historias rancias en busca de unas gotas de modernidad, relatos ingenuos pero cargados de mala intención

GAFAS

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El ojo que ves no es
ojo porque tu lo veas;
es ojo porque te ve
PROVERBIOS Y CANTARES - ANTONIO MACHADO
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Tenía que hacerme unas gafas nuevas y decidí aprovechar la oferta que anunciaba una óptica recién abierta en el barrio.

VerĆ” como nunca ha visto antes – Me aseguró el empleado que me atendió.

Y efectivamente la visión nada mÔs ponerlas, era límpida y clara. Perfecta.

Al despedirme del empleado me pareció notar una sonrisa sardónica. Pensé que serían imaginaciones mías.

Cuando llegué a casa, mi mujer me preguntó que si había cambiado las gafas.

Si, le dije. Las otras estaban muy estropeadas - contestƩ

¿CuĆ”nto te costaron? – HabĆ­a una avaricia en su mirada que me sorprendió. Cuando le dije el precio me pareció que la mirada se volvĆ­a maligna.

Dormƭ mal y tuve pesadillas toda la noche, que despuƩs no recordaba al despertarme sobresaltado.

Al dƭa siguiente, en el trabajo, me crucƩ con mi jefe.

Buenos dĆ­as, Sr. FernĆ”ndez – le dije

Buenos dĆ­as – me contestó lanzĆ”ndome una mirada de desprecio como nunca le habĆ­a visto.

Mis compañeros me miraban con burla, y hasta la camarera que me sirvió el café de media mañana me obsequió una mirada ausente, como si yo no estuviera.

Cuando llegué a casa a la hora de la comida, mi mujer me saludó con cara de hastío. Cuando le dije que no tenía hambre, me lanzó una mirada de odio mientras retiraba el plato de la mesa.

En la habitación tenĆ­a la factura de las gafas que habĆ­a comprado. Una leyenda junto a la marca comercial decĆ­a “para ver a los tuyos como no los has visto nunca”.

TratƩ en varias ocasiones de dejar estas gafas y volver a las anteriores, pero entonces me sentƭa inseguro porque no sabƭa lo que los demƔs sentƭan en mi presencia y era como estar ciego. Siempre volvƭa a ponerme las nuevas.

Sr. Juez, los culpables de mi suicidio son estos lentes que cada dĆ­a me obligan a enfrentarme con la realidad. Por eso las he roto, para que nadie se los vuelva a poner nunca. Son unos lentes asesinos.

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