Sobre el blog

Historias alegres que parecen tristes, historias rancias en busca de unas gotas de modernidad, relatos ingenuos pero cargados de mala intención

POSITIVO



POSITIVO





 La crisis coronavirus a veces saca lo mejor de cada uno. Pero otras veces saca lo peor y empiezo a pensar que es más corriente esto que lo otro.

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Hice una analítica a través de mi seguro privado. Me costó 200 euros y acaban de darme el resultado. Soy positivo.

No tengo todavía síntomas, salvo algo de tos, pero soy positivo.

Seguro que fue la chica que conocí en el bar la semana pasada. Creo que salí perdiendo, yo solo le contagié unas purgaciones.

Llamé a mi novia. Quedé con ella para tomar un café. Le di dos besos al encontrarnos, bebí un sorbo de su taza, le acaricié la mano y le di dos besos más de despedida. Siempre he sido muy celoso.

Comí con el ex de mi novia, los dos trabajamos de comerciales y coincidimos con alguna frecuencia en el restaurante. Le dije que podía visitar a dos de mis clientes, que yo no podía ir y me lo agradeció. Le di la dirección, le puse una mano en el hombro, tosí ligeramente en su bebida mientras fue al servicio. Después fui yo al servicio y al salir no me lavé las manos. Nos dimos la mano efusivamente y aún le regalé un bolígrafo de mi empresa, que llevaba usando un par de días.

Pasé por el bar donde para la peña. Estaban todos, Pedro que siempre me gastaba bromas por mi nariz grande, Luis que me había pisado una novia cuando íbamos al instituto, Juan que nunca pagaba una ronda.

Pedí varias botellas de sidra. Como de costumbre bebimos todos del mismo vaso. Incluso le insistí al dueño del bar Pepe, que nunca tenía un detalle conmigo, para que tomase un par de rondas con nosotros.

-       ¿Me las vas a despreciar? – le dije con efusión.

Y bebió. Después se sintió obligado a invitarnos. Seguimos compartiendo el vaso.

Al día siguiente fui a trabajar. Tenía que darle un informe a mi jefe con el que me había amargado toda la semana. Tosí profusamente sobre él y manoseé las hojas varias veces. Se lo pasé a su despacho.

En la máquina del café coincidí con Susana. El año pasado la invité a salir y me dijo que no. La Invité a un café y en un momento que se despistó le cambié el vaso después de haber bebido del mío.

Dejé pasar un par de días y al tercero llamé al 112 para decirles que tenía síntomas, porque me había subido la fiebre.

Esta mañana llamé a todos los conocidos para decírselo.

Puede que no sea buena persona.

 


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