A veces sucumbo a la ternura, otras a la ordinariez. Todo es parte de la rueda de la vida
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Lo había planeado todo cuidadosamente. Era su primera cita y estaba enamorado.
Primero la cena en un restaurante discreto, pero elegante.
Después una copa en un bar de moda mientras desplegaba seductoramente su encanto natural.
Pasearon bajo la noche estrellada y la invitó a subir a su casa, con el viejo pretexto de tomar la última copa. Tomaron varias y se besaron con la pasión propia de un amor incipiente.
Y llegó el acto final, que tan cuidadosamente había preparado.
Los esperaba la bañera jacuzzi llena de champagne rosado. Iluminada por varias velas perfumadas y con una suave música de fondo.
Al sumergirse, la cena y las copas se cobraron su tributo. Un pedo enorme, una ventosidad desmedida dejó en el rosado líquido una mancha amarronada y en el aire un inconfundible aroma a mierda.
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