-I-
Como siempre, el viernes por la tarde aún no había empezado el
artículo que tenía que entregar al periódico para el número del sábado. Era un
incordio semanal, pero me suponía una fuente de ingresos estable y el wiski no
se paga solo.
Me senté frente al ordenador y traté de centrarme en el artículo.
Solo tenía que escribir quinientas palabras y mandarlas por correo electrónico
a la redacción. Una hora más tarde seguía sentado, sin escribir una sola línea
y había consumido los restos del paquete de tabaco que acababa de tirar, ya
vacío, a la papelera. Me serví un wiski con hielo e intenté empezar a escribir:
- Aquella noche… y ahí me atasqué.
No era
capaz de contar lo que podía pasar aquella noche, aunque la idea llevaba
rondándome por la cabeza todo el día. Acabé el wiski y me di cuenta de que la
botella, como el paquete de tabaco estaba vacía.
- Un día tengo que decidirme a dejar de fumar. Y de beber.
Me
quedaban como máximo tres horas para enviar el artículo, si es que lo quería
cobrar. Bueno, daba tiempo a escribirlo, de peores líos había salido. Eso si,
necesitaba tabaco y wiski, así que me puse el abrigo y salí a comprar las dos
cosas en el primer bar que encontrase abierto.
Ya en la
calle, no vi ningún bar abierto. Mi calle estaba en un barrio de meapilas que
se acostaban pronto. Torcí en la primera bocacalle a la derecha y me dirigí
hacía el puerto, seguro que allí encontraba por lo menos una docena de tugurios
abiertos.
Iba
dándoles vueltas al artículo mientras mis pies y mi cuerpo, entrenados por tantas
noches de borrachera, me llevaron hasta una calle estrecha, al fondo de la cual
se veía un local con un letrero que lo anunciaba como “Help”.
- Curioso nombre –me dije y al acercarme más, vi que el nombre era
“Hell”
Caminé hasta el local y me extrañó ver que no estaba iluminado el
letrero. Tenté la puerta y cedió sin oponer resistencia.
Una luz muy tenue iluminaba únicamente el fondo del local donde se
encontraba el mostrador. Me acerqué y un vaso de wiski parecía estar
esperándome. Con hielo y ligeramente aguado, como a mi me gusta. No me lo podía
creer ¿Quién podía saber lo que quería tomar y donde estaba el camarero que lo
había servido?.
Me senté en el taburete que había frente al vaso y me puse a tomar
la bebida a pequeños tragos. No se veía a nadie y la verdad es que tampoco me
importaba, yo había venido a beber, no a hablar.
Cuando acabé la consumición pensé que era de mala educación marchar
sin pagar, así que saqué la cartera y
dije en un tono de voz suficiente como para que se me oyera en todo el recinto:
- ¿Qué se debe?
- A esta ronda invita la casa – contestó una voz desde el fondo
oscuro del local.
Era una voz grave a la vez que susurrante, Arrastraba ligeramente
las vocales dando una entonación ligeramente sensual. Imposible decir si era de
hombre o de mujer
- Toma otra copa, la noche es joven – dijo la voz
- ¿Por qué no? Acepto encantado – contesté
- Pero ¿Quién me la va a servir?¿tú? – pregunté
- Puedes servirla tú mismo. A tu derecha tienes una botella completa
de tu wiski favorito y detrás del mostrador agua y hielo – me dijo
- ¿Cómo sabes cuál es mi wiski favorito? – le pregunté
- Lo sé y eso basta. Siempre lo supe.
No
añadió nada más y yo me serví otra copa.
Continué
bebiendo lentamente sin que la voz dijese nada más ni yo tampoco. Cuando el
reloj marcaba las cuatro quedaba menos de un cuarto de botella y la cabeza me
daba vueltas alrededor del local.
- Son las cuatro. Me van a despedir por no entregar el artículo –
dije, por decir algo.
- No te preocupes, estás acabando de escribirlo – dijo la voz
- Qué tontería, si todavía no empecé. Únicamente tengo el título.
- El título es el artículo – sentenció la voz
- ¿Quién eres? – le pregunté
- Lo sabes perfectamente – dijo. Tuve la sensación de que la
respuesta salía de dentro de mi cabeza.
Seguí
bebiendo hasta terminar la botella.
-II-
Por la
mañana un titular ocupaba la página de Noticias Locales del periódico:
- Colaborador de esta casa
encontrado muerto en su vivienda.
- Esta noche varios vecinos de la calle Libertad num. 10 avisaron a
los bomberos alarmados por el humo que salía por la ventana del cuarto piso.
- Al no contestar a las llamadas, los bomberos procedieron a derribar
la puerta y se encontraron con un sofá ardiendo y nuestro compañero de
redacción Ernesto F. sin vida al pié del mueble.
- Fuentes policiales nos indican que según todos los indicios murió
de un infarto fulminante cuando estaba sentado en el sofá y el cigarrillo que
estaba fumando fue el que originó el incendio.
- Nuestro compañero estaba pasando por una complicada situación
familiar, con un divorcio reciente y una denuncia de su expareja por agresión.
- Cuando llegó la policía su ordenador personal estaba encendido y en
la pantalla estaba escrito el título del que creemos iba a ser el artículo que tenía
entregar a este periódico para su columna semanal:
- SIN MAÑANA
- Sin duda, no tuvo tiempo a escribirlo.
- Descanse en Paz.
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