Llega el tiempo de tomar vacaciones. Escribir es una ocupación muy cansada, hay que inventar muchas mentiras, lo que algunos llaman creatividad, decir cosas que sienten otros y sentir cosas que no dices por pudor, por vergüenza o por pereza.
Llevo desde el inicio de la pandemia publicando como mínimo un relato cada semana y me parece que necesito recargar las pilas, explorar los horizontes del mar en verano y dejar que el ordenador se oxide en un cajón.
Si alguien echa de menos estos relatos, cosa bastante improbable, en el blog puede escarbar entre los ciento cincuenta relatos que fui almacenando con más paciencia que el santo Job.
Voy a pasar el tiempo de verano en un lugar donde hay poco wifi y mucha playa. Espero que sintáis alguna envidia al saber que mientras trabajáis o intentáis recuperar esa asignatura que os quedó para Septiembre, yo estaré bañándome en el mar y comiendo pescadito frito. Es el privilegio de los que ya tenemos más años que Carracuca.
Si no sabéis quien era Carracuca, es un buen momento para ir a Wikipedia y enteraros. Son los deberes que os dejo para este verano.
En Septiembre trataré de volver a recuperar la costumbre de escribir mal y contar historias falsas. Y si no volvemos a vernos a través del blog, os deseo un verano pleno de sol y felicidad y un invierno templado y agradable.
Imagen de Michelle Raponi en Pixabay
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