Sobre el blog

Historias alegres que parecen tristes, historias rancias en busca de unas gotas de modernidad, relatos ingenuos pero cargados de mala intención

OLAS DE CALOR

 

OLAS DE CALOR



En mis largas vacaciones de verano, pude vivir nuevas experiencias y si no las viví, por lo menos tuve tiempo para inventarlas. Os dejo tres tiernos relatos en esta vuelta desdichada a las consecuencias de la guerra, de todas las guerras que siempre ganan los mismos y que perdemos la mayoría.

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AUTODEFENSA

 

Paco era lo que llamábamos un buen colega, pero eso si, un poco guarro. Siempre que iba al servicio salía con las manos húmedas y te saludaba efusivamente, cogía tu vaso para echar un trago o tu bocadillo para pegarle un buen mordisco.

Aquel viernes de verano tuvo mala suerte. Para saludarme me tendió la mano con claros rastros de humedad y yo llevaba unos de esos aparatos de broma que te dan una descarga eléctrica.

Le había puesto pilas de alta potencia.

 

CONVIVENCIA

 

En los dieciséis años que llevábamos casados Marta  siempre se había portado como una buena compañera de vida y de cama. Pero tenía una costumbre que llegaba a exasperarme.

Cuando se metía en la bañera y tenía costumbre de hacerlo casi todos los días, empezaba a pedirme útiles que necesitaba y había olvidado de llevarse:

-          Paco, tráeme el gel.

-          Paco, acércame la esponja

-          Paco, el cepillo del pelo

Aquel día me llamó:

-          Paco, dame el secador del pelo.

Se lo di. Después de enchufarlo. Fue un hermoso estallido .

 

TENSIÓN (Tw)

 

Empezó a caminar por el parquet con los tacones puestos a las seis de la mañana. No me supuso ninguna sorpresa pues solía hacerlo casi todos los días. Pero reconozco que perdí el control.

El ascensor estaba estropeado y sabía que tendría que bajar por las escaleras.  Até un hilo de nylon a una altura de 10 centímetros sobre el cuarto escalón antes del rellano de mi piso. Y esperé.

Cuando la ví con los dientes rotos, tumbada de bruces en el descansillo volví a la cama.

Dormí bien




Imagen de Klaus Hausmann en Pixabay 

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