Tiró los pantalones de cualquier manera a los pies de la cama. Se desabrochó lentamente la camisa y se quitó los calzoncillos. Se encaramó en la cama y subiendo encima de ella la besó en los labios.
Ella le esperaba receptiva y desnuda. Repetían el ritual diario de los últimos diez años y la pasión los inundaba como ayer, como hoy, como siempre.
Buscó su centro con ansiedad y mientras le acariciaba la mejilla, como todas las noches, su puso a pensar en aquellos años que llevaban juntos:
- Tengo que buscar otra manera de vivir. Soy todavía joven y con buena situación económica. No necesito seguir atado a ella, ya no siento atracción por sus senos turgentes, su piel de terciopelo, sus ojos color miel y su cabello castaños y sedoso. Ya no la quiero.
Sintió un estremecimiento y a punto estuvo de culminar, así que ralentizó el ritmo mientras la besaba con pasión renovada.
Ella, como siempre, como todas las noches estaba entregada a aquella virilidad pujante. Oleadas de placer le subían desde el vientre, excitaban sus pechos y humedecían sus labios. Y recordaba cuando se habían conocido:
- Nunca me gustó. Si, cuando me abordó en aquella fiesta no pude evitar fijarme en su rostro varonil, sus ojos azules y su cuerpo atlético, pero acababa de dejarme el otro, mi gran amor, el bedel del instituto donde había estudiado tantos años y por despecho acepté sus caricias. Después supe que era el heredero de una de las mayores fortunas del país. Pero nunca, nunca, pudo compararse con el otro, nunca me llenó en la cama y nunca le quise fuera de ella como al otro.
Tuvo que dejar de pensar, poner la mente en blanco para evitar que un salvaje orgasmo inundase todo su cuerpo. Él había empezado nuevamente a hundirle su virilidad de forma acompasada y rítmica y sintió como todo su cuerpo se tensaba mientras sus pezones erguidos se aplastaban sobre el pecho varonil.
- Sería mejor que la dejase ahora, hoy mismo, esta noche. Dejaríamos de mentirnos, de vivir sin pasión, de ahogarnos en esta rutina. Yo puedo volver a mi ático de soltero y desde el primer día tendría a muchas chicas preciosas picando a mi puerta.
Sintió como ella se separaba para acariciar su miembro primero con su mano y acto seguido lo besaba, lo lubricaba y lo lamía delicadamente.
- Es mejor que lo dejemos. Yo no lo quiero y probablemente el tampoco me quiere a mí. Fue un error, una locura que nunca había tenido que haber sido más que una aventura fugaz. Ni esta mansión, ni los viajes de placer y la vida fácil me llenan la vida.
Cuando él acarició su clítoris pensó que iba a desmayarse de placer. Y cuando su lengua retozó juguetonamente en su zona vaginal perdió el sentido de la realidad, flotaba en un mar de espasmos de placer y creyó morir.
- De esta noche no pasa. Esta noche me marcho para siempre. Seguro que con el tiempo ella me lo agradecerá.
La cabalgó de nuevo y juntos llegaron a un largo y sostenido orgasmo que los dejó rendidos y sin fuerzas para continuar.
- Hoy mismo le abandono. Al principio se sentirá muy solo pero poco a poco se irá acostumbrando y yo no puedo seguir ahogada en esta monotonía.
El la abrazó y se quedaron dormidos.
El nuevo día los encontró descansando con placidez.
3 Comentarios
Nada como el sexo correspondido para disipar dudas. Incluso si surgen durante el contacto.
ResponderEliminarA veces es bueno jugar al fracaso para disfrutar más del éxito.
EliminarGracias por tu comentario. Buen fin de semana
EliminarAgradeceré tus comentarios aquí