Hoy os dejo dos relatos muy cortos. Uno con un final regresivo y el otro con un final emotivo. Por eso, en un alarde de imaginación los titulé así: Final regresivo y final emotivo
FINAL REGRESIVO
Al primer pitido del despertador,
me levanté como todas las mañanas. Hice mis deposiciones, me duché, preparé el
desayuno y después de tomarlo, me vestí con
mi ropa de trabajo.
Escuché en la radio el avance de
las noticias de las siete y comprobé que otro día más no había motivos para la
esperanza.
Antes de marchar volví a la
habitación para despedirme de mi esposa. La encontré muerta en la cama.
Me acosté y volví a dormirme.
Cuando volvió a sonar el despertador todo
seguía igual.
Esta vez no quise desayunar. Di
media vuelta y cerré los ojos.
En la habitación empezaba a oler
mal.
FINAL EMOTIVO
Durante la semana laboral, me
despierto a las seis y media de la mañana. Me levanto, hago media hora de
gimnasia, me ducho, me visto con uno de mis trajes, siempre de color gris o
azul y cortados a medida, que complemento con una corbata de seda a juego.
Recojo el maletín de cuero regenerado marca Tassia y salgo en dirección a mi
trabajo en el Banco Nacional. Todos opinan, y yo también, que soy un analista junior con un gran futuro.
Los fines de semana me levanto a
la misma hora. Lleno la bañera con agua de Vichy previamente templada y la
aromatizo con sales de baño de rosa mosqueta y té verde. Después de media hora
de relajante inmersión, me depilo las piernas, las axilas, las ingles y la
barba. Me maquillo, me pongo un insinuante vestido corto de tonos oscuros y
medias de seda con costura atrás y talón cubano. Me rocío con unas gotas de Agua de Perfume
Cacharel o Carolina Herrera.
Finalmente calzo unos zapatos
manolo blahnik negros de 600 euros con un fino tacón de 10 centímetros
potencialmente letal.
La Viuda negra sale de caza.
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