Una
licenciatura en Economía, un master y a punto de obtener el doctorado. Y ahora
estaba echada en el paritorio, con las piernas abiertas y unas contracciones
que la estaban desgarrando las entrañas.
Y
el cabrón que la había hinchado, allí, mostrando su orgullo de semental. Lo
odiaba.
Cuando
tres contracciones más tarde le mostraron al neonato, sintió que la inundaba
una enorme ola de ternura. Miró para el cabrón, que lloraba a moco tendido y le
mandó un beso.
Qué
grande es la maternidad – pensó, todavía manchada de sangre.
Imagen de Madlen Deutschenbaur en Pixabay
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