Sobre el blog

Historias alegres que parecen tristes, historias rancias en busca de unas gotas de modernidad, relatos ingenuos pero cargados de mala intención

ELLA Y ÉL

ELLA Y ÉL

A ella no le gustaba que al levantarse, tirase un pedo mientras se rascaba la bragueta. 

Él no soportaba que los domingos tuvieran que ir a comer una paella a casa de sus suegros. 

Ella se enfadaba cuando se encontraba la tapa del váter levantada y restos de su última micción en el asiento. 
Él no creía necesario tener que aprovechar el pan sobrante del día anterior para hacer sopas de ajo, que no le gustaban. 

Ella se ponía de mal humor cuando después de hacer el amor, le preguntaba ¿Qué tal?¿Cómo fue? Era como si le estuvieran haciendo una encuesta. 
A él le molestaba que después de hacer el amor, ella se fumase un cigarrillo. Se sentía como si se hubiera acostado con Humphrey Bogart. 

Ella se irritaba cuando volvía de una comida de trabajo con la corbata manchada de grasa. Porque las corbatas se las regalaba ella y le parecía una falta de consideración. 
Él se sentía humillado cuando le decía “suénate, que tienes mocos” como si fuera un crío. 

Ella creía que era una falta de respeto que cuando estaba con la regla, él se fuera a dormir a otra habitación. 
Él se sentía molesto, cuando ella le decía “voy a cambiarme la compresa” como si fuera un acontecimiento digno de publicitar. 

Ella no entendía que después de cenar él se quedase dormido en el sofá y se pusiera a roncar. 
A él le irritaba que ella insistiese en despertarlo cuando se quedaba dormido en el sofá. 

Ella lo miraba con desdén cuando él se jactaba de que hacía varios años que no leía un libro. 
Él no entendía por qué ella tenía que estar siempre leyendo alguna de aquellas novelas románticas que tanto le gustaban. 

Ella se indignaba cuando al acabar de cenar él se levantaba y la dejaba sola en la cocina con los platos sin fregar. 
A él le incomodaba que durante las comidas, se empeñase en contarle los chismes, dimes y diretes de su familia y sus amigas, que a él no le interesaban nada. 

A ella le molestaba que él no hablase durante las comidas. “Pues cuando estás con tus amigos, no callas” le decía. 
A él le molestaba que ella no se callase un poco. 

A pesar de estas cosas y muchas otras que se omiten por brevedad ella y él, que eran vecinos de puerta, nunca se habían sentido tentados a divorciarse de sus él y ella respectivos y emprender una nueva vida juntos. Seguramente por no volver a caer en los mismos errores.

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