No puedo ni quiero evitar recrear estas leyendas con mi mala leche característica.
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Cuando María y José llegaron a Belén, era
de noche y la posada del poblado estaba completa. Estaba María encinta y a
resultas de las penurias del viaje parecía que el parto era inminente.
Como esto no sirvió para enternecer al
posadero, que realmente no tenía ninguna habitación libre, José le dijo que era
descendiente en línea directa del rey David, que su escolta vendría al cabo de
dos días y que estaba a punto de nacer su heredero.
El posadero no tenía muy claro quién era el
rey David, no obstante por precaución y también por lástima, les preparó un
jergón en un local cercano, donde tenía alojados a un buey y una mula de su
propiedad, diciéndoles que estos animales les darían calor en el frío de la
noche. A las pocas horas nació un niño al que llamaron Jesús.
Al día siguiente, al caer la tarde llegaron
tres viajeros pidiendo alojamiento y el posadero, que tenía un carácter burlón,
les dijo que estaba la posada llena hasta tal punto que el día anterior había
tenido que alojar en un pesebre cercano al hijo de un rey.
Los visitantes pensaron que seguramente
viajarían con joyas y buenas monedas de oro y plata y al saber por el posadero
que su escolta no había llegado, decidieron apropiarse de ellas.
Fueron a visitar el pesebre y dijeron ser
los magos Melchor, Gaspar y Baltasar que había seguido una estrella que los
había conducido hasta allí. Así que les ofrecieron un cofre que dijeron
contenía oro, una caja de sándalo que contendría incienso y otra caja de cedro
que contenía mirra. Insistieron en quemar el incienso y la mirra en homenaje al
rey nacido.
Melchor era un ladrón que venía huyendo de
Samaria donde había cometido numerosas
tropelías en unión de su cómplice Gaspar. Por el camino habían encontrado a
Baltasar que era desertor de un barco vikingo que en sus pillajes había
llegado hasta Fenicia. Aunque era rubio y de piel blanca, el sol le había
quemado la piel hasta el punto de parecer negro,
El incienso y la mirra no eran tal, si no
opio y los efluvios de la quema adormecieron a María y José lo que aprovecharon
los ladrones para buscar las joyas y las monedas que habían supuesto. Al
descubrir que los viajeros no tenían ninguna riqueza, robaron la mula y el buey y se marcharon.
Cuando despertaron María y José, vieron que
habían desaparecido los Magos, también los regalos y lo que era peor, los
animales. Por miedo de que los acusaran de robo, huyeron a Egipto.
Allí les gustaba contar que cuando nació su
hijo les habían visitado unos Magos diciéndole que iba a ser rey pero cuando
Jesús preguntaba por los regalos, siempre cambiaban de conversación.
2 Comentarios
Esta historia es mucho más creíble.:))
ResponderEliminarGracias por tus comentarios. Espero que los Reyes no te hayan llevado mucho, porque siempre llevan más de lo que traen. Por lo menos a mi , jejeje
ResponderEliminarAgradeceré tus comentarios aquí