Llevábamos un año viviendo
en Treblinka. Mi papá era Oficial de la SS y estaba destinado allí.
Se estaba bien en Treblinka.
Papá no me dejaba ir a visitar el campo ni las llegadas de los judíos a lo que
llamaban la estación de la muerte, pero teníamos un bonito parque donde los
cuatro niños hijos de oficiales que vivíamos allí podíamos jugar y divertirnos
después de clase. Un judío de barba gris y mirada asustadiza cuidaba del
parque, pero teníamos prohibido hablar con él
Cuando llegó el cumpleaños
de papá sus compañeros le prepararon una fiesta y yo quise hacerle un regalo.
Como allí no había tiendas, decidí preguntarle al judío cuando no me veía papá.
Al principio me miró
asustado, pero después me dijo:
-
Se me ocurre una idea, señorita, Durante la
celebración, usted y sus amigos, desde la galería que está en el piso de arriba
pueden esparcir el gas de la risa que yo les conseguiré y así su papá y sus
amigos pasarán mucho rato riéndose y se encontrarán muy bien.
Me pareció una buena idea y
así lo hicimos. Pero algo salió mal, porque los vimos sofocarse primero y
después tambalearse como si estuvieran muy borrachos.
Salimos corriendo. Nunca volví
a ver a papá.
Varios días más tarde un
señor muy serio vestido de negro al que todos parecían tener miedo, me dio las
SS de plata de papá y una medalla y me dijo que tenía que estar orgulloso de
él, porque era un héroe. Me mandaron a un orfanato.
En el bote vacío del gas de
la risa guardo los recuerdos de mi padre. Es un recipiente muy bonito y pone un
nombre enigmático: Zyclon B.
2 Comentarios
Oye, pues el pecho se me ha abierto de la risa y las carcajadas se han derramado a borbotones.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Y yo que pensé que era un relato dramático ???
ResponderEliminarAgradeceré tus comentarios aquí