Se que no tengo más
remedio que abrir la puerta.
El miedo recorre todos los poros de mi cuerpo.
Un vómito agrio y desabrido me sube hasta la garganta.
Pero se que no tengo
más remedio que abrir la puerta.
Es la hora en que las sombras de la noche ceden ante los
primeros resplandores del día.
Mi ropa y mi cuerpo huelen a intemperie y alcohol.
Y se que no tengo más
remedio que abrir la puerta.
El sonido desacompasado de los gruñidos que resuenan al otro
lado de la puerta consigue erizar los escasos cabellos que sobreviven en mi
cabeza.
Dentro me espera dormida y roncando mi mujer. Como todas las
noches, cargada de justos reproches.
No tengo más remedio que abrir la puerta.
Y ni siquiera consigo encontrar la cerradura.
Imagen de Hands off my tags! Michael Gaida en Pixabay
2 Comentarios
Intuyo que el protagonista agotó las existencias de alcohol de algún que otro bar.
ResponderEliminarBien intuido, mi dilecto lector
ResponderEliminarAgradeceré tus comentarios aquí