Sobre el blog

Historias alegres que parecen tristes, historias rancias en busca de unas gotas de modernidad, relatos ingenuos pero cargados de mala intención

INRI

 



INRI


Hacía casi dos milenios que lo habían crucificado y empezaba a estar harto de tener continuamente los brazos abiertos y aquella incómoda corona de espinas que le daba unos dolores de cabeza tremendos.

Y por las noches tenía frío, con aquel taparrabos. Los clavos de las manos le daban calambres.

Pero lo peor era ver todos los días a tanta gente, la misma gente, arrepintiéndose de las mismas faltas, que ellos llamaban pecados. ¿No aprendían nunca?.

Así que se bajó de la cruz, robó unos pantalones vaqueros y una camisa a cuadros en la sacristía y marchó en busca de personas normales.

Encontró muchas, todas lejos del aire viciado de la nave de aquel templo.



Imagen de Frank Meitzke en Pixabay 


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