La venganza es un plato que se sirve frío... pero se toma caliente
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-I-
Aunque
no solía ir al gimnasio por las mañanas, aquella mañana de vacaciones llovía y
no tenía nada mejor ni peor que hacer.
Así
que ante la perspectiva de una mañana haciendo limpieza general, me puse un
chándal y me fui con la intención de correr 5 o 6 km para sudar un poco.
Cuando
terminé de correr eran las 11 de la mañana, el gimnasio estaba casi vacío y la
sauna estaba allí, como un seno materno, calentita y acogedora…Me eché a la
larga y me dediqué a no hacer nada, a sentir el calor y vegetar. Qué suerte, una mañana sin prisas…
Cuando
llevaba varios minutos (no sé
cuantos), sentí que la puerta se abría y alguien rompía la paz del momento:
- ¿Te
importa si entro?
Entonces
caí en que los lunes era únicamente para mujeres, pero yo sabía que si nadie se
oponía se usaba indistintamente.
- No
hay problema, pasa.
Estaba
medio adormilada, así que tardé un rato en darme cuenta que aquella voz me
resultaba conocida. Entreabrí los ojos y vi a un hombre que me resultaba vagamente familiar …
Traté
de volver a adormilarme, pero de pronto recordé. Era Aurelio, mi primer amor,
mi primer hombre, mi primer fracaso, mi primera soledad, mi última humillación.
Allí
estaba, un poco más calvo, con la barriguita propia de un hombre de 45 años (no
muy bien llevados, la verdad). Pero era él, no me cabía duda.
Con
los ojos entrecerrados lo observé. Me miraba, sí. Me miraba con interés, como el cazador mira a la presa, pero
desde luego no se acordaba de mí.
Miraba
a una mujer de 42 años, a la que nadie echaba más de 35, cuidada y guapa. Pero
no se acordaba de mí. Eso añadió una nueva humillación a nuestra historia.
Y
después de tantos años, recordé…
-
II -
Era un
día de invierno bastante cruel. Cuando tienes 45 años, hay que empezar a
cuidarse, dejar de fumar, hacer deporte y todo eso.
Así
que me apunté a un gimnasio. Aprovechando que aquella semana tenía vacaciones y
que tampoco tenía ningún plan alternativo, me decidí.
Además,
estaba solo, mi mujer estaba con sus padres en Huesca, y no la iría a buscar
hasta el sábado. Toda una semana de oportunidades.
Bueno,
me sentía un poco solo, eso es verdad ¿y
qué?
En los
últimos tiempos había echado un poco de barriga, y me fatigaba subiendo la
cuesta de La Vega para ir a trabajar. Los años no perdonan.
Hice
un poco de remo y unos cuantos aparatos que me indicó un monitor más interesado
en leer el periódico que en atenderme. Total, media hora de ejercicio. No está
mal para empezar ¿no?
Y
cuando ya iba a marcharme, me fijé en la sauna. Un poco de calor no me vendría
mal. El sudar adelgaza.
Dentro
estaba una chica de buen ver, entre los 30 y 35, morena, guapetona.
Entré.
Sí,
era guapa, y estaba sola. Yo, con una semana de libertad por delante. Dicen que
en los gimnasios se liga ¿Quién sabe lo que podría pasar?
Coño,
me miraba. Sí, aparentaba estar
medio dormida, pero me miraba. Claro, el que tuvo, retuvo. Y yo siempre fui
resultón. Guapo no, pero resultón.
Y no
estaba nada mal. Era el tipo de mujer que a mi me gustaba. Morena, sensual y al
mismo tiempo romántica. No se si me entendéis…
-III-
No
cabía duda. Se sentía atraído por mí, pero no me recordaba.
Fue en
el Instituto, en COU. Yo, me derretí.
Un día
en que sus padres habían ido a visitar a unos tíos y no volverían hasta la
noche nos saltamos las clases de la mañana, y me llevó a su casa.
Perdí
la virginidad y la cabeza. Era tan guapo, tan dulce.
Y
durante todo el curso, cada vez que teníamos oportunidad hacíamos el amor.
Dios, fue bonito mientras duró.
El día
de fin de curso yo estaba muy contenta, teníamos todo el verano para nosotros.
Pero él tenía otros planes:
-
Mira,
Mónica, ahora llega el verano y siempre los pasamos en la casa del pueblo con
los abuelos.
-
Yo
seguramente iré a la Universidad fuera, son varios años y será mejor no tener
compromisos que nos aten.
Que
cabrón, claro, él era un niño rico y yo una pobre becaria que nunca podría ir a
estudiar a una Universidad privada. Había sido un simple entretenimiento.
Como
era previsible, hice una carrera triste, que terminé sin pena ni gloria.
Lo
demás… Tengo un trabajo estable y seguro, pero sin grandes pretensiones.
Vivo
con cierto desahogo, he tenido pocos hombres y bastante soledad. Pero en el
fondo nunca lo perdoné.
Y
ahora, estaba allí. Y no se acordaba de mí, pero me miraba la entrepierna.
- IV -
Enseguida
noté que le había caído bien. Tenía que decirle algo, romper el hielo:
-
Buf,
hace calor ¿no?
-
…
-
Con el
frío que hace fuera, vaya contraste ¿no?.
-
…
-
Lo
siento ¿te molesto?
-
No, no.
Es que estaba medio dormida. ¿Qué decías?
-
Que hace
bastante calor.
-
Sí,
es verdad. Yo llevo un rato y voy a salir ya.
-
¿Vienes
con frecuencia?
-
Si,
suelo venir a esta hora.
-
Sí,
yo también acostumbro a venir a esta hora (mentí yo). Es raro que no hayamos
coincidido antes.
-
Sí,
es cierto. Pero esta semana vendré todos los días a esta hora. Si vienes, igual
coincidimos. Hasta pronto.
Coño,
noté un subidón. Estaba seguro, había ligado.
-V-
-
Buf,
hace calor ¿no?
-
…
-
Con el
frío que hace fuera, vaya contraste ¿no?
-
…
-
Lo
siento ¿te molesto?
Si
tendría cara, estaba intentando ligar conmigo, y ni siquiera se acordaba de lo nuestro.
Y
entonces tuve una idea. Una idea de venganza, dulce y cruel. ¿No había sido él
cruel conmigo?. Y decidí hacerlo.
-
No, no.
Es que estaba medio dormida. ¿Qué decías?
-
Que hace
bastante calor
-
Sí,
es verdad. Yo llevo un rato y voy a salir ya.
-
¿Vienes
con frecuencia?
-
Sí,
suelo venir a esta hora.
-
Sí,
yo también acostumbro a venir a esta hora (mentí yo). Es raro que no hayamos
coincidido antes.
-
Sí,
es cierto. Pero esta semana vendré todos los días a esta hora. Si vienes, igual
coincidimos. Hasta pronto.
Me
dejé seducir por los recuerdos. La posibilidad de vengarme de aquel cabroncete
me excitaba, pero también el recuerdo de aquel curso, de aquel amor que por mi
parte fue generoso, seguramente también la nostalgia de la juventud…
Volví
al día siguiente, eso sí, media hora más tarde para comprobar el interés de
Aurelio. Y estaba allí, sudando como un pollo y mirando el reloj cada diez
segundos. Tenía un aspecto tan desvalido, después de media hora de sauna que
casi me dio pena.
-
Hola.
-
Hola.
-
¿Llevas
mucho tiempo?
-
No, diez
minutos – no era muy convincente mintiendo. El charco que había a sus pies
decía otra cosa.
-
Bueno,
hoy está alta. Creo que solo estaré media hora – reconozco que tengo mala
leche.
-
Yo voy a
salir un momento a darme una ducha, pero vuelvo ahora – pobre, parecía ir a
desmayarse de un momento a otro.
-
Por
cierto, ayer no nos presentamos. Me llamo Mónica – dije, por ver si el nombre
le hacía recordar.
-
Encantado,
yo me llamo José Luis – si será capullo y mentiroso
Después
de su ducha de agua fría de emergencia seguimos charlando de cosas
intrascendentes durante media hora, hasta que ya no fue capaz de aguantar más
el calor.
-
Buff, no
aguanto más. Tengo que salir.
-
Bien, yo
también saldré en cinco minutos.
-
Esto…¿te
apetecería una cerveza para recuperar líquidos?.
-
Por qué
no.
-
Te
parece si nos vemos en media hora en el bar del gimnasio
-
De
acuerdo. Allí nos vemos.
-VI-
Cuando
entró en el bar parecía que iba a una boda. Chaqueta de ante, camisa de vestir
color crema con un pañuelo al cuello y pantalón de vestir color vino. No debía
conocer muy bien los efectos de la sauna, porque nada más beber una cerveza,
empezó a sudar y el pañuelo no era capaz a achicar tanta agua. Se puso rojo
como un tomate y no pude por menos que reírme para mis adentros. Yo llevaba un
pantalón vaquero bien ajustado y una camiseta que me marcaba los pechos, que
siempre habían sido uno de mis puntos fuertes.
El
pobre no podía evitar mirarme el escote a cada momento y entre eso y el sudor
estaba nervioso como un flan. En otras circunstancias me hubiera acabado mi
clara y con cualquier pretexto lo habría dejado allí plantado en la barra del
bar. Pero no era eso lo que pretendía.
Para
que no se relajase, lo invité a otra ronda y aunque trató de escabullirse, pedí
para los dos. Así que siguió bebiendo, mirándome y sudando.
Charlamos
de las cosas que hablan los que no tienen nada en común. Se ve que lo había
estado meditando y en un momento me resumió su vida:
-
Bueno,
como te dije me llamo José Antonio
Me reí
para mis adentros, ayer me había dicho José Luis.
-
Soy
Ingeniero Industrial y trabajo en una multinacional de ingeniería.
Sabía
que había estudiado Económicas y trabajaba en la empresa de construcción de su
familia.
-
Y estoy
soltero y sin compromiso. Tanto viaje con la empresa, no me dio tiempo a
casarme – y sonrió como quien está tratando de vender un burro viejo.
La
marca del anillo en el dedo anular de la mano derecha, hacía poco creíble esta última afirmación.
Decidí
contarle alguna mentirijilla, y aunque le dije mi nombre real, le comenté que
era diseñadora de páginas web y que vivía habitualmente en Madrid, aunque tenía
casa aquí heredada de mis padres y solía venir con frecuencia.
Cuando
nos íbamos, me invitó a cenar.
-
Si no
tienes otro compromiso, ahora que somos viejos amigos de gimnasio, jeje
Acepté
la invitación. Entraba dentro de mi plan.
-
Vale,
¿nos vemos aquí mismo?¿A las 9?
-
Perfecto.
Se me hará muy larga la tarde, jajaja.
-
Por
cierto, por si surgiera algún imprevisto, será mejor que nos demos los números
de teléfono.
-
Claro,
claro…- Estaba claro que no le gustó la idea de darme su número.
-
Vale,
dime tu número, te llamo y así que queda grabado el mío.
No se
le ocurrió como evitarlo. Y así conseguí su número.
-VII-
Me
costó una hora de sauna volver a verla. Ya estaba a punto de marchar cuando
llegó. Y mereció la pena la espera. Llevaba un precioso bañador azul que le
sentaba maravillosamente a su piel morena. Y se adivinaban bajo el bañador uno
pechos preciosos.
Siempre
fui brillante con las mujeres y al rato ya la tenía comiendo en mi mano. La
invité a tomar una cerveza en el bar del gimnasio y le conté una historia que
había inventado la noche anterior sobre mí. No sospechó nada.
Al
salir la invité a cenar y aceptó sin dudarlo un momento. Iba a ser mi noche.
La
llevé a un restaurante pequeñito y muy íntimo al que nunca llevaría a mi mujer
y en el que no era probable que coincidiésemos con alguien que me conociera. Le
dije que teníamos un reservado para poder estar tranquilos y todo salió bien.
La comida era buena, la música suave y romántica y la conversación muy
agradable. Con los cafés de di un beso suave en la boca y mientras fue al
servicio tomé una Viagra. Tengo las llaves del piso de mi primo Juan, que
trabaja en Londres.
-VIII-
Fuimos
a cenar a un restaurante pequeño pero muy mono, pocas mesas pero discretas.
Cuando salimos del restaurante me invitó a tomar una copa en un bar cercano.
Tomamos varias, una cosa llevó a la otra y cuando me di cuenta estábamos en un
piso que supongo le había prestado algún amigo, porque se veía claramente que
estaba como cuando vas de visita y no conoces bien la casa.
Me
dejé llevar a la cama y la verdad es que tenía ganas de que me echase un polvo
para recordar los viejos tiempos. Era como volver a los 18 años, haciendo el
amor en una casa extraña. Y Aurelio-José Antonio tenía una enorme y sostenida
erección. Dejé que me penetrase y aunque seguía sin ser muy hábil en la cama,
cerré los ojos y tuve un orgasmo de los que tardas en olvidar.
Cuando
terminé él aún seguía con su erección. Le dije que tenía que ir al baño, que no
me encontraba bien. Me demoré un rato en el baño y cuando salí me eché a
llorar:
-
Lo
siento, José Antonio, me siento mal. Acaba de venirme la regla y me resulta
bastante dolorosa. Llámame en dos o tres días.
Le di
un beso en la mejilla y me fui, dejándolo en compañía de su polla enhiesta. Por mí, podía meterla donde le
cupiese.
Metí
su número de teléfono en la lista de los bloqueados y allí sigue. Cambié de
gimnasio.
-IX-
Son las cuatro de la mañana y la
erección no se me quita. ¿Cuánto dura el efecto de la Viagra?
Qué mala suerte que le llegara la regla
precisamente cuando mejor lo estábamos pasando.
Ayer hablé con mi mujer y le dije que
por motivos de trabajo no podría ir a buscarla hasta el lunes próximo. Supongo
que a Mónica ya se le habrá pasado la regla y tendrá libre el fin de semana. La
voy a dejar clavada al colchón…
Mañana la llamo a ver cómo sigue.
Imagen generada con IA NightCafe
5 Comentarios
Ahora que ella se ha ido sólo tendrá sexo solo.
ResponderEliminarEs lo que se llama una ración de amor propio. Gracias por tus comentarios
EliminarMe encanta esa dualidad de puntos de vista que le deja a él a los pies de los caballos en credibilidad. Pero así es la naturaleza humana y lo relativo de la realidad para cada cual. Un entretenido y original relato, sin duda.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Muchas gracias por tu comentario, Marcos
EliminarPor cierto, te invito a comentar mi último relato de la serie del dragón:
ResponderEliminarhttps://marcosplanet.blog/un-dragon-en-el-reino-de-limodia/
Muchas Gracias.
Agradeceré tus comentarios aquí