En
el país de las gentes guapas, todos los hombres y mujeres son altos, rubios y
tienen los ojos azules. Los domingos se reúnen y bailan desnudos al son de
arpas, flautas, laudes y chirimías.
Si
alguien nace moreno, deforme, con ojos oscuros o cualquier otra tara, les dan
oportunidad hasta que cumplen quince años para corregirse y si no, los
sacrifican.
Para
compensar esta ley tan severa, una semana antes les alimentan bien, les hacen
beber dulces licores y les permiten copular con gentes guapas para que
disfruten de los placeres de la vida. Y después los ejecutan.
El
domingo siguiente se reúnen en las plazas públicas y cantan bellos poemas en
recuerdo a los desaparecidos.
En
el país de las gentes guapas todos son culpables de matar a los que son
distintos y son desgraciados porque siempre tienen presente que cuando llegue
el fin de sus días se pudrirán sus cuerpos perfectos y nadie recordará su
extraordinaria belleza porque es una cualidad ordinaria y corriente entre las
gentes del país.
Los
que nacen morenos, deformes, de ojos oscuros o con cualquier tara son
conscientes de su singularidad y de lo efímero de su existencia desde el inicio
de sus días. Por eso se esfuerzan en componer bellas melodías para que las
canten en su recuerdo los domingos siguientes a su exterminio.
La
única tradición oral y escrita que se conserva en el país de las gentes guapas
son los bellos cantos de los deformes y tarados. Para ellos es la única
memoria.
Imagen de OpenClipart-Vectors en Pixabay
4 Comentarios
Suena como a un lugar a evitar. Al menos los que mueren dejan algo de ellos, la gente guapa en su zona de confort, no hará nada. Buen relato.
ResponderEliminarGracias, Ana Piera, sobre todo en el nombre de los que no somos gente guapa
ResponderEliminarPero la fealdad existe y ahí estamos nosotros para que nadie la olvide.
ResponderEliminarMi foto da fe de ello
ResponderEliminarAgradeceré tus comentarios aquí